“No es lo que tú dices, es lo que ellos entienden”

Malansky Partners

Por su propia naturaleza, el sector agroalimentario ejerce principalmente su actividad en el ámbito rural, y eso ha supuesto una barrera geográfica en su relación con los líderes de opinión nacionales y con los medios de comunicación que influyen en la opinión pública, que se concentran en grandes núcleos de población. A eso hay que añadirle que cada generación está algo menos vinculada al campo, con el desconocimiento añadido que eso conlleva de la realidad agrícola y ganadera. Hoy, en muchos casos, en las grandes ciudades están los hijos de los hijos de los que vivían en zonas rurales. Urbanitas de segunda o tercera generación alejados del entorno del campo.

A esa barrera física se le ha unido históricamente una barrera cultural y psicológica, toda vez que el sector se ha dedicado a trabajar mucho y bien pero no ha realizado esfuerzos suficientes por mantener una relación continua y fluida con los medios de comunicación generalistas y trasladar, de esa forma, todos los aspectos positivos que conlleva la actividad así como la generación de valor económico y social que aporta.

Ese hueco de desconocimiento es en muchos casos -especialmente en el ámbito ganadero- aprovechado por colectivos contrarios a la actividad, de naturaleza predominantemente urbana, que han dedicado muchos recursos y tiempo a labrar relaciones con los medios y a generar un aura de modernidad a tendencias como el veganismo o el animalismo que han encontrado espacio mediático y eco en algunas capas de la sociedad, en las que existe en no pocos casos desconocimiento real de la actividad ganadera.

En la Era Digital, en la que la multilateralidad de la comunicación ha cambiado las reglas del juego al acabar con el monopolio informativo de los medios de comunicación, tampoco el sector está aprovechando las oportunidades de dirigirse a sus grupos de interés y a la sociedad. Es cierto que los mayores influencers proceden también de entornos urbanos y están alejados de la realidad del sector agroalimentario; pero también lo es que hay que encontrar fórmulas para no perder nuevas oportunidades. Las hay, pero es preciso implementarlas más allá de abrir perfiles en redes sociales gestionados por personas que no están integradas en el equipo de estrategia comunicativa.

A este alejamiento de los líderes de opinión hay que sumarle las nuevas demandas de la sociedad hacia las empresas, organizaciones y administraciones. Los ciudadanos exigen hoy en día transparencia, modelos sostenibles de producción y compromiso con la sociedad en la que operan. Y no es que el sector agroganadero español no haya avanzado en muchos de esos aspectos, que lo ha hecho.

El problema es que, además de avanzar más en algunos de ellos, hay que comunicarlos. Porque la reputación depende tanto de lo que se hace como de lo que se comunica. Y en ese segundo aspecto aún queda mucho camino por recorrer, ya que se ha priorizado la información hacia los propios profesionales del sector agroalimentario sobre la comunicación efectiva hacia los consumidores. Por ello es necesario reenfocar las estrategias para encontrar mensajes sencillos y atractivos que despierten el interés de los consumidores, así como canales de difusión adecuados para hacer oír la voz del campo español ante la sociedad.